El Joven Gerador
¿Se han preguntado que sería vivir en un pequeño pueblo a las orillas de un gran río? ¿Casas de madera con techos de paja? ¿Animales a su cuidado? Así vivía Priadan en su infancia, aunque su nombre no era ese, era Gerador.
Gerador era un pequeño romano que vivía en Nativitas, un pequeño pueblo a orillas del río PawNaw, en Croslanol. Tenía 9 años en ese entonces. Ayudaba a su padre a cuidar de los animales mientras su madre cuidaba de sus dos hermanos y una hermana.
Inocente pequeño, pensó su futuro encerrado entre los límites de Nativitas, sin sospechar que un gran futuro le estaba esperando. En su casa sólo tenían un caballo, que lo montaba su padre. Nunca se atrevió Gerador a montar a Erro, el caballo, pues tenía miedo de su reacción.
Gerador gustaba de ver a los caballeros cuando pasaban por el pueblo. Grandes jinetes en brillantes armaduras. Ninguno se detenía para otra cosa sino alimentar a su caballo, ya que un pequeño pueblo no cumple otro propósito para nobles o héroes. “Nativitas es un pueblo tranquilo” le dijo un día su padre, “pero quizás algún día alguien cruce este lugar y el destino de alguien cambie. Algún día alguien de este pueblo puede ser muy famoso.”
Cuando se juntaba con sus amigos del pueblo, gustaba de jugar que era un caballero en lucha contra todo tipo de monstruos que su imaginación podía crear. Se aventuraba en agujeros abandonados, intentaba cazar su propia cena y escalar inmensos árboles, siempre acompañado de una pequeña espada de madera. Gerador no se atrevía a alejarse mucho del pueblo. Sabía que una espada de madera no derrotaría a algún lobo salvaje que rondara el pueblo.
Un día, preguntó a su padre si estaba bien viajar y conocer otros lugares. “Hijo” respondió su padre, “este pueblo tiene límites con el río y el bosque a nuestro alrededor. Pero eso no es motivo para que sean tus mismos límites. Tus límites los eliges tú mismo.”
Esta era la infancia del ahora conocido trovador Priadan Herosong. Todo era normal para un pequeño de esa época y lugar. Hasta que un pequeño evento gatilló el inició de sus grandes aventuras.
Estaba Gerador recogiendo heno para el caballo de su padre cuando vio la cola de un caballo que él confundió con Erro. Tomó la cola con cuidado de no molestar al animal, pero no escuchó un relincho, sino la voz de un hombre que le decía: “No es buena educación tomar la cola de un desconocido.” Gerardo, asustado, soltó la cola del caballo y miró a todos lados donde estaba el que le había hablado.
“Salga de donde se esconde, no temeré en usar mi espada si es necesario para defenderme” dijo, sujetando su espada de madera. El caballo se levantó, y Gerador se sorprendió al ver por primera vez en su vida a un xendario. Este tomó a Gerador y lo levantó como si pesara nada.
“Pequeño, no me harás daño con esa pequeña espada” dijo el xendario. Gerador agitó la espada intentando golpear al xendario, y logró hacerlo en la punta de su nariz, pues el xendario lo había levantado lo suficiente para que se vieran de frente. “¡Insolente! ¿Qué daño te he hecho para que me ataques de esta forma?” Quitándole la vista a Gerador, el desconocido miró a su alrededor mientras gritaba: “¿Quién es el padre de este pequeño insolente?”
El padre de Gerador salió del establo donde estaba al escuchar el grito del xendario. “Es hijo mío. ¿Qué molestias le ha causado, viajero?” El xendario dejó a Gerador en el suelo suavemente y este corrió junto a su padre.
“Mi nombre es Xanther Xampos, un trovador viajero. Su hijo me ha atacado sin motivo.” El padre de Gerador miró al pequeño que todavía sostenía su pequeña espada. “Parece que nunca ha visto un xendario.”
“Mi nombre es Iktor, soy el padre de este pequeño de nombre Gerador. Le presento mis disculpas por cualquier daño que mi hijo le haya causado. Es cierto, nunca antes había visto a un xendario. No es normal que pasen por estos lados.”
Xanther aceptó las disculpas y se retiró, no sin antes mencionar que había venido a tocar para el pueblo. Iktor se excusó de poder ir, pues tenía que trabajar para cuidar a su familia.
Al día siguiente, Gerador se preparaba para iniciar una de sus aventuras pero, al ir a buscar a sus amigos, encontró que todos ellos estaban en el centro del pueblo. Cuando llegó allí, preguntó que hacían. “Un trovador famoso nos contará una historia. Estamos aquí para escucharle” respondió Nessa, una de las amigas de Gerador. El pequeño se sentó, pues también quería escuchar.
Xanther apareció y se sentó frente a los niños, con una gran arpa. Gerador escuchó la historia de un caballero rescatando a una dama en peligro, imaginándose cada parte de la historia. Cuando hubo terminado, todos sus amigos se retiraron, pero Gerador se quedó un poco más. Se acercó a Xanther y le acercó su mano con una moneda.
“Mi padre me explicó que a los trovadores se les da una moneda cuando cuentan una historia. Yo he guardado esta por mucho tiempo, su historia vale mucho más que esto pero espero que le sirva” dijo Gerador. Xanther levantó la vista y lo vio.
“Guarda tu moneda, pequeño. Esta historia era gratis” respondió mientras se levantaba y se disponía a retirarse. Gerador todavía no se sentía tranquilo.
“Señor, ¿usted conoció al caballero de la historia?”
“Si,” respondió Xanther, “le conocí en uno de mis viajes. Me gusta contar las historias que he visto por mis propios ojos, los niños sienten esa energía que transmite el trovador al recordar antiguas aventuras. Ahora vete a jugar con tus amigos, pequeño.”
“Señor,” continuó Gerador, “¿usted me enseñaría a contar este tipo de historias?” Xanther se sorprendió al escuchar esta petición.
“¿Sabes lo que significa ser un trovador, pequeño? Deberás viajar por muchos lugares y tal vez nunca vuelvas a tu hogar” respondió el trovador.
“Mi padre me ha dicho que yo pongo mis propios límites. Creo que Nativitas es un buen lugar, pero quiero ver el mundo, vivir verdaderas aventuras.”
Xanther se sentía extrañado por la respuesta del pequeño. Anteriormente tuvo otro discípulo, y no es normal que un trovador tenga más de un discípulo en toda su vida. “Si deseas viajar conmigo tienes que tener permiso de tu padre. Ve a tu casa, yo pasaré más tarde a ver su respuesta.” Gerardo corrió a su casa a contarle a su padre su decisión.
Mientras veía a Gerador alejarse, Xanther pensó en tomar sus cosas e irse, dejando al pequeño en su hogar con su familia. Cuando disponía a retirarse, topó con una mujer que venía con bolsas desde el mercado del pueblo. “Disculpe, señora.”
“No se preocupe, viajero” respondió la mujer. “¿Es usted el trovador del que todos en el pueblo hablan?”
“Mi nombre es Xanther Xampos, señora. He pasado por este pueblo mientras voy en camino a la ciudad de Antigo.”
“Sabe, tengo un hijo que siempre habla de viajar y vivir aventuras. Le gusta salir en sus tiempos libres y recorrer los alrededores del pueblo. Dice que su sueño es conocer todos los reinos” contó la mujer.
“Gran imaginación y fuertes deseos tiene su hijo, señora” respondió Xanther. “Si estuvo aquí, espero le haya gustado la historia que les conté.”
“Recién le he visto salir corriendo de acá. Se llama Gerador, creo que usted tuvo un accidente con él” dijo y continuó su camino, despidiéndose del trovador.
Xanther pensaba en el pequeño. Ya no le parecía bien dejarlo con sus sueños rotos, así que tomó sus cosas y caminó hacia el hogar donde le había visto el día anterior.
En su hogar, Gerador conversaba con su padre. “Hijo, si viajas con el trovador quizás nunca vuelvas a casa.”
“Padre,” respondió el pequeño, “si no viajo con el señor Xanther quizás nunca salga de este pueblo. Quiero conocer el mundo, ver castillos y caballeros. Saludar a reyes y reinas, y que ellos me saluden a mí.”
“Grandes son tus sueños, hijo mío.”
“Todavía no he decidido cuales son mis límites, padre.” Iktor abrazó con fuerza a su hijo.
Cuando Xanther llegó a la casa de Gerador, este estaba despidiéndose de su padre. “Gerador, no olvides nunca el camino de regreso a casa.”
“Hice estos panes para que comas durante tu viaje. No alcancé a hacer más, así que cuídalos mucho” dijo su madre y le abrazó.
Sus hermanos y su hermana agitaban sus brazos despidiéndose de Gerador.
Xanther caminó junto al muchacho hasta las afueras del pueblo. Allí, Gerador se encontró con sus amigos. “¿Dónde vas, Gerador?” preguntó Rodiro.
“Me voy de viaje, amigos” respondió Gerador.
“¿Pero quién nos llevará de aventuras ahora?” preguntó Axiel.
“Ustedes deben crear sus propias aventuras, amigos. Ahora es tiempo de comenzar la mía.” Gerador y Xanther se alejaron mientas los niños agitaban sus brazos despidiéndose.
“Recuerda esos brazos que se despiden, Gerador. En mi cultura eso significa que dibujan el camino a casa” le dijo Xanther a Gerador.
***
Gerador viajó seis años con Xanther, aprendiendo todo lo que este le enseñaba. Vivió aventuras durante su entrenamiento e incluso muchas más después. Conoció la cultura de los terranos y aprendió de ellos sus leyendas.
La más grande de las hazañas de los terranos la vivió junto a ellos. Antes de separarse de ellos, estos le bautizaron con el nombre de Priadan Herosong, “el primer hombre que canta de sus héroes”. Pero esa es otra historia.
Gerador era un pequeño romano que vivía en Nativitas, un pequeño pueblo a orillas del río PawNaw, en Croslanol. Tenía 9 años en ese entonces. Ayudaba a su padre a cuidar de los animales mientras su madre cuidaba de sus dos hermanos y una hermana.
Inocente pequeño, pensó su futuro encerrado entre los límites de Nativitas, sin sospechar que un gran futuro le estaba esperando. En su casa sólo tenían un caballo, que lo montaba su padre. Nunca se atrevió Gerador a montar a Erro, el caballo, pues tenía miedo de su reacción.
Gerador gustaba de ver a los caballeros cuando pasaban por el pueblo. Grandes jinetes en brillantes armaduras. Ninguno se detenía para otra cosa sino alimentar a su caballo, ya que un pequeño pueblo no cumple otro propósito para nobles o héroes. “Nativitas es un pueblo tranquilo” le dijo un día su padre, “pero quizás algún día alguien cruce este lugar y el destino de alguien cambie. Algún día alguien de este pueblo puede ser muy famoso.”
Cuando se juntaba con sus amigos del pueblo, gustaba de jugar que era un caballero en lucha contra todo tipo de monstruos que su imaginación podía crear. Se aventuraba en agujeros abandonados, intentaba cazar su propia cena y escalar inmensos árboles, siempre acompañado de una pequeña espada de madera. Gerador no se atrevía a alejarse mucho del pueblo. Sabía que una espada de madera no derrotaría a algún lobo salvaje que rondara el pueblo.
Un día, preguntó a su padre si estaba bien viajar y conocer otros lugares. “Hijo” respondió su padre, “este pueblo tiene límites con el río y el bosque a nuestro alrededor. Pero eso no es motivo para que sean tus mismos límites. Tus límites los eliges tú mismo.”
Esta era la infancia del ahora conocido trovador Priadan Herosong. Todo era normal para un pequeño de esa época y lugar. Hasta que un pequeño evento gatilló el inició de sus grandes aventuras.
Estaba Gerador recogiendo heno para el caballo de su padre cuando vio la cola de un caballo que él confundió con Erro. Tomó la cola con cuidado de no molestar al animal, pero no escuchó un relincho, sino la voz de un hombre que le decía: “No es buena educación tomar la cola de un desconocido.” Gerardo, asustado, soltó la cola del caballo y miró a todos lados donde estaba el que le había hablado.
“Salga de donde se esconde, no temeré en usar mi espada si es necesario para defenderme” dijo, sujetando su espada de madera. El caballo se levantó, y Gerador se sorprendió al ver por primera vez en su vida a un xendario. Este tomó a Gerador y lo levantó como si pesara nada.
“Pequeño, no me harás daño con esa pequeña espada” dijo el xendario. Gerador agitó la espada intentando golpear al xendario, y logró hacerlo en la punta de su nariz, pues el xendario lo había levantado lo suficiente para que se vieran de frente. “¡Insolente! ¿Qué daño te he hecho para que me ataques de esta forma?” Quitándole la vista a Gerador, el desconocido miró a su alrededor mientras gritaba: “¿Quién es el padre de este pequeño insolente?”
El padre de Gerador salió del establo donde estaba al escuchar el grito del xendario. “Es hijo mío. ¿Qué molestias le ha causado, viajero?” El xendario dejó a Gerador en el suelo suavemente y este corrió junto a su padre.
“Mi nombre es Xanther Xampos, un trovador viajero. Su hijo me ha atacado sin motivo.” El padre de Gerador miró al pequeño que todavía sostenía su pequeña espada. “Parece que nunca ha visto un xendario.”
“Mi nombre es Iktor, soy el padre de este pequeño de nombre Gerador. Le presento mis disculpas por cualquier daño que mi hijo le haya causado. Es cierto, nunca antes había visto a un xendario. No es normal que pasen por estos lados.”
Xanther aceptó las disculpas y se retiró, no sin antes mencionar que había venido a tocar para el pueblo. Iktor se excusó de poder ir, pues tenía que trabajar para cuidar a su familia.
Al día siguiente, Gerador se preparaba para iniciar una de sus aventuras pero, al ir a buscar a sus amigos, encontró que todos ellos estaban en el centro del pueblo. Cuando llegó allí, preguntó que hacían. “Un trovador famoso nos contará una historia. Estamos aquí para escucharle” respondió Nessa, una de las amigas de Gerador. El pequeño se sentó, pues también quería escuchar.
Xanther apareció y se sentó frente a los niños, con una gran arpa. Gerador escuchó la historia de un caballero rescatando a una dama en peligro, imaginándose cada parte de la historia. Cuando hubo terminado, todos sus amigos se retiraron, pero Gerador se quedó un poco más. Se acercó a Xanther y le acercó su mano con una moneda.
“Mi padre me explicó que a los trovadores se les da una moneda cuando cuentan una historia. Yo he guardado esta por mucho tiempo, su historia vale mucho más que esto pero espero que le sirva” dijo Gerador. Xanther levantó la vista y lo vio.
“Guarda tu moneda, pequeño. Esta historia era gratis” respondió mientras se levantaba y se disponía a retirarse. Gerador todavía no se sentía tranquilo.
“Señor, ¿usted conoció al caballero de la historia?”
“Si,” respondió Xanther, “le conocí en uno de mis viajes. Me gusta contar las historias que he visto por mis propios ojos, los niños sienten esa energía que transmite el trovador al recordar antiguas aventuras. Ahora vete a jugar con tus amigos, pequeño.”
“Señor,” continuó Gerador, “¿usted me enseñaría a contar este tipo de historias?” Xanther se sorprendió al escuchar esta petición.
“¿Sabes lo que significa ser un trovador, pequeño? Deberás viajar por muchos lugares y tal vez nunca vuelvas a tu hogar” respondió el trovador.
“Mi padre me ha dicho que yo pongo mis propios límites. Creo que Nativitas es un buen lugar, pero quiero ver el mundo, vivir verdaderas aventuras.”
Xanther se sentía extrañado por la respuesta del pequeño. Anteriormente tuvo otro discípulo, y no es normal que un trovador tenga más de un discípulo en toda su vida. “Si deseas viajar conmigo tienes que tener permiso de tu padre. Ve a tu casa, yo pasaré más tarde a ver su respuesta.” Gerardo corrió a su casa a contarle a su padre su decisión.
Mientras veía a Gerador alejarse, Xanther pensó en tomar sus cosas e irse, dejando al pequeño en su hogar con su familia. Cuando disponía a retirarse, topó con una mujer que venía con bolsas desde el mercado del pueblo. “Disculpe, señora.”
“No se preocupe, viajero” respondió la mujer. “¿Es usted el trovador del que todos en el pueblo hablan?”
“Mi nombre es Xanther Xampos, señora. He pasado por este pueblo mientras voy en camino a la ciudad de Antigo.”
“Sabe, tengo un hijo que siempre habla de viajar y vivir aventuras. Le gusta salir en sus tiempos libres y recorrer los alrededores del pueblo. Dice que su sueño es conocer todos los reinos” contó la mujer.
“Gran imaginación y fuertes deseos tiene su hijo, señora” respondió Xanther. “Si estuvo aquí, espero le haya gustado la historia que les conté.”
“Recién le he visto salir corriendo de acá. Se llama Gerador, creo que usted tuvo un accidente con él” dijo y continuó su camino, despidiéndose del trovador.
Xanther pensaba en el pequeño. Ya no le parecía bien dejarlo con sus sueños rotos, así que tomó sus cosas y caminó hacia el hogar donde le había visto el día anterior.
En su hogar, Gerador conversaba con su padre. “Hijo, si viajas con el trovador quizás nunca vuelvas a casa.”
“Padre,” respondió el pequeño, “si no viajo con el señor Xanther quizás nunca salga de este pueblo. Quiero conocer el mundo, ver castillos y caballeros. Saludar a reyes y reinas, y que ellos me saluden a mí.”
“Grandes son tus sueños, hijo mío.”
“Todavía no he decidido cuales son mis límites, padre.” Iktor abrazó con fuerza a su hijo.
Cuando Xanther llegó a la casa de Gerador, este estaba despidiéndose de su padre. “Gerador, no olvides nunca el camino de regreso a casa.”
“Hice estos panes para que comas durante tu viaje. No alcancé a hacer más, así que cuídalos mucho” dijo su madre y le abrazó.
Sus hermanos y su hermana agitaban sus brazos despidiéndose de Gerador.
Xanther caminó junto al muchacho hasta las afueras del pueblo. Allí, Gerador se encontró con sus amigos. “¿Dónde vas, Gerador?” preguntó Rodiro.
“Me voy de viaje, amigos” respondió Gerador.
“¿Pero quién nos llevará de aventuras ahora?” preguntó Axiel.
“Ustedes deben crear sus propias aventuras, amigos. Ahora es tiempo de comenzar la mía.” Gerador y Xanther se alejaron mientas los niños agitaban sus brazos despidiéndose.
“Recuerda esos brazos que se despiden, Gerador. En mi cultura eso significa que dibujan el camino a casa” le dijo Xanther a Gerador.
***
Gerador viajó seis años con Xanther, aprendiendo todo lo que este le enseñaba. Vivió aventuras durante su entrenamiento e incluso muchas más después. Conoció la cultura de los terranos y aprendió de ellos sus leyendas.
La más grande de las hazañas de los terranos la vivió junto a ellos. Antes de separarse de ellos, estos le bautizaron con el nombre de Priadan Herosong, “el primer hombre que canta de sus héroes”. Pero esa es otra historia.