Nacimiento XII

El Taurano

La creación del Taurano se debió a Ennovi, que comprendió el cariño de algunas criaturas por quienes se hacían llamar sus amos.

En un rancho vivía una feliz pareja de ancianos con sus animales. El rancho era famoso por un gran toro que ganaba cada competencia en la que participaba. El romano dueño del rancho cuidaba a sus animales y se sentía orgulloso de ellos, pero esto no evitó que envejeciera y volviera a Gaia.

Los años que siguieron el rancho fue cuidado por la anciana viuda del ranchero, que cuidaba al toro como recuerdo de su marido. Pero la avaricia y la envidia tocaron a unos vecinos del rancho y quisieron apoderarse de los animales que allí vivían. Atacaron de noche el rancho y asaltaron a la anciana.
Desde los establos, los animales temían por su futuro. El gran toro miró al cielo y pidió a la diosa Ennovi que le ayudara a proteger a su dueña y a sus compañeros.

Ennovi, desde el cielo, escuchó la plegaria y quiso interferir. Entregó al toro el poder para defender a su dueña y transformó su cuerpo. Quedó con la cabeza de toro y desde el cuelo hasta los pies igual a un romano, fuerte y musculoso como lo era el toro.

Logró salir del establo y, con un hacha en la mano, defendió a su dueña de los atacantes. Estos, asustados por la criatura, huyeron del lugar. Cuando el toro fue a liberar a su dueña, esta le reconoció y le dijo "Muchas gracias, Deutanor" y no volvió a decir palabra alguna.

Triste, el toro, de nombre Deutanor, volvió al establo y liberó al resto de los animales. Ennovi observó todo desde el cielo y bajó para ofrecerle a Deutanor consuelo. "Valiente Deutanor, tus hermanos y hermanas cambiarán de forma y vivirán en estas tierras como Tauranos. Recuerden siempre a su dueña y tendrán la fuerza necesaria para honrarla."

Las vacas y otros toros menores del rancho se transformaron de igual forma que Deutanor. Vivieron en el rancho por muchos años, aunque algunos se atrevieron a aventurarse e hicieron conocida su historia.
Con sus conocimientos de escultura, adquiridos de Emisia, levantaron dos grandes estatuas para sus antiguos dueños en madera. Y todas las noches agradecían a Ennovi por la vida nueva que les había regalado.

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