La Canción de la Luna
Ya han pasado muchos años desde que Gerador, un romano del pueblo de Nativitas, emprendiera su viaje junto al xendario Xanther para aprender el oficio de trovador. Fueron seis años de entrenamiento hasta que el joven logró cantar por primera vez en Esope, marcando el fin de sus estudios. Desde ese momento, Gerador sería reconocido como trovador.
Después Gerador viajó al reino terrano de Galeón, donde fue invitado a quedarse por el mismo rey Marodor Valador. Durante tres años aprendió de las leyendas terranas y sobre sus héroes. Hasta que los terranos debieron enfrentar su destino contra una extraña criatura. Gerador presenció la más importante batalla de los terranos, y recibió un nuevo nombre por parte de su rey, Priadan Herosong.
Con la misión de contar las leyendas terranas a los reinos, en especial de la gran hazaña presenciada, Gerador, ahora llamado Priadan, visitó el reino de Alhara. Allí cantaba en la plaza del centro las historias que había aprendido los años anteriores, hasta que fue invitado al palacio real para cantar en una ceremonia realizada en honor del mago Anton Duoluz.
Anton, luego de la ceremonia, invitó a Priadan a viajar con él. “Podrás descubrir una verdad oculta en los mitos” le dijo. Priadan aceptó la invitación y viajó junto a él. Durante el viaje se les unieron muchos héroes, algunos reconocidos y otros cuyas historias sólo pertenecían a ellos. “Priadan, tú debes aprender la historia de todos ellos, para que no se pierda en el tiempo lo que va a ocurrir” dijo Anton.
El viaje lo llevó a descubrir sobre un extraño demonio, conectado con la criatura que los terranos enfrentaron tiempo atrás. Descubrió también sobre un antiguo rey, que vivía sólo para cumplir con el último deseo de su pueblo. Priadan fue testigo de esta gran historia, y el peso de la misma fue muy grande para su propio corazón.
Priadan vagó por la tierra un par de años. Ya no cantaba ni tocaba su música, parecía perdido en su propio pensamiento. Continuó de esta forma hasta que un día, al querer entrar a una posada, terminó en un lugar muy distinto, fue invitado a entrar al Templo del Saber.
En el Templo del Saber, Priadan pasó la prueba del Guardián de la Puerta. Dentro aprendió del objetivo de su visita, debía leer todo lo que estuviera dentro del Templo. Sólo una vez terminara esto podría pasar al siguiente paso, le dijo el Coleccionista de Libros. Conoció dentro del Templo también a seis personas, distintos aventureros que fueron invitados a entrar.
Una vez terminó su lectura, Priadan fue invitado a conocer al Maestro del Saber, quien solicitó a Priadan se acercara a una mesa donde le tenía preparada tinta, una pluma y dos libros. “Normalmente, aquellos que entran a este Templo reciben un libro para que escriban sus conocimientos. Tú posees dos grandes historias que el Templo desea recibir, por eso te ha dejado dos libros. Escribe tu conocimiento en ellos y el Templo te dejará ir” le dijo el Maestro. Priadan escribió sobre la Gran Hazaña de los Terranos en el primer libro, y nombró el segundo como El Poema de los Héroes.
Pero no fue sólo conocimiento lo que adquirió Priadan dentro del Templo del Saber. Muchas veces, mientras leía, se afirmaba en una estatua de las diosas Danilea y Ennovi, siempre del lado de Danilea. Fueron muchos años de lectura dentro del Templo, y Priadan se encontró repentinamente enamorado de la imagen de Danilea. Este mismo sentimiento le permitió a Priadan desear salir del Templo del Saber.
Con un nuevo propósito en su mente y en su corazón, Priadan viajó por muchos pueblos contando la historia de los terranos, que combatieron una criatura que no sólo los amenazaba a ellos, sino a todo aquello que encontrara si no se le derrotaba, y de los héroes con los que viajó, que fueron decididos en aceptar su destino.
Priadan es un inmortal ahora. Todas las noches le canta a la diosa Danilea mientras la observa en el cielo. Esta noche no era la excepción.
Mientras caminaba a los bordes de un bosque, junto a un lago, Priadan recordó un encuentro que tuvo con una extraña señora el día anterior. Ella era muy maternal, y tenía un aura que entregaba tranquilidad y calor a su alrededor. “Los dioses escuchan a los seres sobre la tierra” dijo esta mujer. “Pueden no responder siempre, pero si escuchan. Tu canción no es secreto para algunos de ellos.”
Priadan no entendía lo que decía la mujer. “Tienes una canción que sólo le cantas a una persona, pero Viento y Gaia siempre están presentes. En ocasiones Mar también la oye. Pero no te preocupes, ellos no le dirán a nadie, lo que debe importarte es que a quien le cantas te escucha.”
“Está bien si ella nunca me responde” dijo Priadan. “Yo seguiré cantando porque eso es lo que desea mi corazón. No espero su respuesta, es imposible que una diosa baje desde el cielo sólo por un romano.”
“¿Quién sabe? Tu canción es hermosa. Quizás tan hermosa como para enamorar a una diosa. Ella te está escuchando en el cielo, quizás sólo le falta valor para bajar y decírtelo.” La mujer parecía saber mucho, pero Priadan no pudo preguntarle más, ella se despidió y desapareció entre la gente.
La noche estaba despejada, pero una ligera neblina blanca se había levantado sobre el lago. El viento no soplaba, así que la neblina estaba quieta sobre el agua. Era el escenario perfecto para cantar a su amor.
Priadan llegó a una parte del bosque donde las orillas del lago estaban ocultas por unos arbustos. Se sentó afirmado en un árbol y tomó su citar. Danilea se podía ver brillante en el cielo nocturno.
Mientras afinaba su citar, sintió una voz que tarareaba una canción familiar. Esa voz provenía del lago y pertenecía a una mujer. Priadan siguió la voz hasta detrás de unos arbustos a las orillas del lago. Sigilosamente movió unas ramas y pudo ver una silueta femenina a través de la neblina. Una mujer tarareaba, sentada en el agua, mientras con su mano tomaba agua y la dejaba caer por su cuerpo.
“¿Por qué te quedas ahí mirando a una dama tomando un baño?” dijo la mujer, que detuvo el tarareo y se levantó. Su figura siempre oculta detrás de la neblina. Priadan retrocedió, avergonzado.
“¿Donde habéis escuchado esa canción?” preguntó Priadan. La canción que la mujer tarareaba era la misma canción que él había escrito para que fuera escuchada sólo por su amor. Nunca la había cantado frente a alguien, así que era imposible que otra persona se supiese su melodía.
“La he escuchado muchas veces, cada vez que cantas” respondió la mujer. Priadan escuchó que algo se movía en el agua. La mujer estaba caminando hacia la orilla, hacia Priadan.
“Esa canción yo sólo se la canto a Danilea” dijo Priadan. “Nunca otra persona ha escuchado esa canción antes, no es posible que te la sepas. Dime la verdad.”
“Yo te escucho cada vez que la cantas, esa es la verdad. Tú escribiste esa canción para mí y he venido a decirte que me encanta. Perdón por no haber venido antes, pero tenía miedo de que tus sentimientos no fueran sinceros” dijo la mujer mientras asomaba su rostro por sobre los arbustos.
Priadan pudo ver el rostro de la mujer y quedó completamente hipnotizado por la belleza de ella. “Trovador, he escuchado muchas canciones, pero la tuya es mi favorita. Siempre la escucho.”
“Tú eres...” Priadan intentaba hablar, pero el asombro ahogaba sus palabras.
“Sí,” dijo la mujer, sonriendo, “soy Danilea. La Luna a la que le dedicaste tan hermosa canción.” Priadan no supo responder.
Danilea tomó la cara de Priadan con ambas manos, su cuerpo siempre oculto bajo un manto de niebla. “Trovador, cierra los ojos.” Priadan cerró sus ojos, no sabía qué hacer.
Priadan sintió como sus labios tocaban algo cálido. No tardó mucho en darse cuenta que eran los labios de Danilea. Priadan quedó atrapado en la magia de ese beso, hasta que escuchó la voz de Danilea, que le hablaba con el pensamiento. “Priadan, gracias por tu canción. Siempre la escucho desde lo alto y espero que esta noche no sea la excepción.” Priadan no sabía que decir. “Abre los ojos, trovador” escuchó nuevamente.
Cuando abrió los ojos, Danilea se había ido y la niebla había desaparecido. Recordando las palabras de la diosa, Priadan volvió junto al árbol y se sentó. Cantó a Danilea, sin perderle nunca la vista…
La Canción de la Luna
Danilea, joya del cielo nocturno.
Desde la distancia te extiendo mis brazos,
Desde la distancia te entrego mis labios.
Con estos versos me declaro tu amante,
Con estos versos te declaro mi amor.
Con la precisión del mejor de los arqueros
Hago llegar mis sentimientos a ti.
Escuchame cantar mis sentimientos.
Danilea del Manto Plateado.
Princesa gemela del nocturno.
Permíteme hablarte hacia tu balcón
En tu castillo llamado Cielo.
Esta canción es tuya,
Como tuyos son mis sentimientos.
Danilea, mi amada.
Permite a este joven trovador
La oportunidad de saber que me escuchas,
Saber que puedes llegar algun día a sentir
Lo mismo que siento yo.
Eres la fuerza que me mantiene vivo,
Eres la luz que ilumina el camino.
Danilea del Manto Plateado.
Concédeme este baile contigo
En este salón rodeado de estrellas.
No me olvides, yo siempre te recuerdo.
Pues no olvido estos sentimientos.
Danilea, amor mío.