Poema de los Héroes V

Parte V - De la Última Noche

Hace miles de años, una esfera negativa dio nacimiento a Gmemog, un demonio con un poder capaz de destruir todo lo conocido. Los dioses Tagli y Neva sacrificaron sus cuerpos inmortales para encerrar al demonio, pero su sello no duró por siempre. Hace trescientos años, el demonio se liberó, poniendo en peligro nuevamente a todo lo conocido. Gracias a un poderoso hechizo erio, fue posible posponer el triunfo del demonio para dar una posibilidad a los seres vivos de evitar que esto sucediera.

Priadan es un trovador romano entrenado por el renombrado Xanther, el Gran Poeta. Despuès de vivir durante tres años con los terranos, Priadan vio como ellos aceptaban su destino, el Gadeth. Ahora fue invitado a viajar junto a Anton Duoluz para vivir una nueva aventura.
Poco sabía el joven sobre el destino que le esperaba a él y a aquellos que se le unieron durante el viaje. El día que el demonio Gmemog regresaría está cerca, y él fue invitado a convertirse en el Testigo. Esta era la última noche para Priadan y sus compañeros.

Priadan aprendió que Anton era la representación física del Libro de Gwydion. Él le dio las respuestas que necesitaba. Ahora sabía lo que debía hacer. Debía recordar, debía cantar. Debía aprender, debía enseñar. Ahora debía visitar a cada uno de sus compañeros para saber que los había llevado hasta ese día. ¿Qué esperaban al momento de encontrar su destino?
Caminó por el pasillo por donde estaban las habitaciones y encontró fuera de una de ellas a Kúfur-ed-Erú, la gárgola que había jurado lealtad al príncipe Miles Thorn.
Kúfur estaba de pie, siempre vigilante, y al ver a Priadan le saludó. “¿Has venido a ver a Miles?” dijo. “Debes saber que no se encuentra en su habitación ahora, pero aún así yo lo espero.”
“Si bien tenía intensión de hablar con el príncipe Miles, no puedo negar que mis intensiones también incluyen el hablar contigo, pues tú también eres uno de los guerreros que mañana conocerá su destino” dijo Priadan. “Quiero saber tu historia, quiero saber qué te motiva. ¿Cómo es que una gárgola, seres nobles e hijos de la diosa Ennovi, ha jurado lealtad a un romano y ha vivido con él tantos años?”
Kúfur se sentó, quedando solo un poco más alto que Priadan. “Lo que quieres saber es la historia que ocurrió mucho antes que Miles naciera y que involucra a sus padres y a mí. Quieres saber la historia de una inocente criatura en ese entonces que fue atraída por un tirano y fue transformada en una atracción para su circo. Quieres saber como un noble disfrazado de ladrón entró en la noche y le rescató. Juré que nada le ocurriría. Con sus últimas palabras ese nefasto día, me dijo que cuidara de su hijo. Así que lo busqué y saqué de entre los escombros. Mi vida y la del príncipe están unidas por su arco, ya que la vida del príncipe podía unirse al arco, pero el arco debía mantenerse con vida. Con gusto entregué mi sangre para esta unión. Mañana, cuando se cumplan los destinos, un futuro incierto espera al arco.”

La dura roca es parte de su piel
Y su corazón ardiente como la lava
Rescatado por un noble de sangre
Juró lealtad la gárgola esclava.
Un pacto que conectó sus vidas
Permitiéndoles caminar al futuro
Esperando la noche prometida
Pacientes sin ningún apuro.

Priadan pensó en el noble disfrazado de ladrón, un futuro rey de Gwydion. Pensó en la gárgola, atracción para algunos. Pensó en un joven príncipe al que casi le arrebatan la vida. Debía aprender y enseñar de todos ellos.

Continuó caminando por el pasillo. ¿A quién encontraría en la siguiente puerta? ¿Quién le enseñaría sus esperanzas y motivos?
Cuando estuvo fuera de la habitación, escuchó le llamaban. “Entra muchacho” escuchó. Al entrar, se encontró con Sir Viktor, el caballero de la armadura máscara.

La armadura de Sir Viktor brillaba en un rojo tan fuerte como la sangre. “No tengas miedo del color de mi armadura, está brillando porque pronto conocerá su destino.” dijo Sir Viktor. “Anton me ha dicho que sería bueno contarte mi historia. La historia sobre un joven guerrero que perdió a su esposa y juró lealtad a un gran demonio con la condición de volver a verla. No es bueno jugar con los muertos, ellos saben todo lo que está pasando ahora. Cuando volví a ver a mi mujer, su alma estaba llorando por todo lo que yo había hecho. Para que ella pudiese descansar en paz rompí mi pacto con el demonio y luché contra él. Las mismas fuerzas que me entregó para hacer su voluntad me ayudaron a triunfar sobre él. Su ejército se dispersó, pero tanto mi armadura como mi lanza saben que mañana los volveremos a ver. En ese momento, el destino estará saldado y podré dejar descansar a mi mujer. Esa es mi historia, joven trovador.”

¿Cuáles son los límites del amor?
Cuando es sangre lo que llora el alma
Son muchas las pruebas a superar
Antes de dejarla descansar en calma.
Un destino que no te pertenece
Pero siempre se ha probado ser tuyo
Para el guerrero de armadura roja
Una fácil decisión no hubo.

Priadan prometió recordar la historia de Sir Viktor. La enseñaría a quien debiese escucharla para que no cometa los mismos errores. “Quizás en tus historias podré descansar junto a mi mujer en paz algún día” dijo antes de que Priadan continuara con su caminata.

El joven trovador sí sabía quien estaba en la siguiente habitación. Llegó hasta la puerta, pero no se atrevió a entrar. No sabía que decir si volvía a ver a la Princesa Amiaruen.
Cuando recién la conoció quedó asombrado con su belleza. Pero como había pensado después, un trovador no tiene asuntos en la realeza. Ahora ella estaba descansando en su habitación, esperando el día de mañana cuando el demonio sea liberado y se cumpla el destino de muchos.
La princesa había escuchado una profecía que decía que ella conocería su destino a través de un viajero. Ella confió que el viajero era Priadan, y esto la llevo a convertirse en el nuevo cuerpo para el demonio Gmemog. Priadan temía que la princesa le reprochara por el destino al que llegó.

Hermosa y noble eria de luz
Que esperaba ansiosa el momento
Cuando un viajero la invitaría
A realizar su propia travesía.
¿Cuál es el propósito del destino?
Presentarse como un futuro cruel
O para algunos afortunados
Tener el dulce sabor de la miel.

Estuvo parado fuera de la habitación por algunos minutos, hasta que decidió continuar caminando. Quizás no era el momento de verla. Temía saber la respuesta.

Antes de llegar a la siguiente habitación, Priadan recordó las palabras de Anton en el salón del Libro de Gwydion. El mago aseguró que contaban con una oportunidad para vencer al demonio, pero ¿cuál era? Estaban acompañados de grandes guerreros, pero aún así no contaban con tanta ayuda como la tuvieron sus hermanos terranos. “Si tan sólo el rey Coreodamor estuviera vivo. Él vendría a ayudarnos como lo hizo entonces” pensó.
“No es bueno que subestimes a tus compañeros en esta campaña, Priadan” dijo Anton, que venía llegando. “Ahora voy a mi habitación, es la que sigue en tu caminata por este pasillo, pero no tengo más que decirte.”
“¿Cuál es esa oportunidad de vencer al monstruo, Anton?” preguntó Priadan. “Cuando los terranos se enfrentaron a la criatura, primero aparecieron miles de demonios que tuvieron que derrotar. Hizo falta un ejército de gárgolas para ayudarles. Aún así, todos ellos entregaron sus vidas.”
“Mañana habrá un ejército que vendrá a esperar la aparición del demonio, pero no estarán de nuestro lado” contestó Anton. “Los héroes que viajan con nosotros esperan encontrar su destino en el campo de batalla que estará cerca del lugar donde estaremos intentando cumplir con la profecía para matar a Gmemog, ellos tienen en su interior fuerzas necesarias para triunfar. Sólo debes confiar en ellos.” Anton entró en su habitación y Priadan continuó su camino.

¿Cuál es el valor del destino?
Se puede pesar la esperanza
Que cuando se logra encontrar
Apenas se ve en la balanza.
Llegará pronto el momento
De alzar las armas en guerra
Contra las fuerzas del demonio
Y defender los seres de esta tierra.

La siguiente puerta no le llevaba a alguna habitación, sino a un gran jardín en el que descansaban los guerreros drakonianos. Priadan caminó hasta donde se encontraba Ko’Rever, quien le estaba esperando. “¿Deseas saber mi historia?” preguntó el joven guerrero.
“Mañana es el Día del Destino y se me ha encargado ser el Testigo” respondió Priadan. “Todos tienen una historia que contar, y a mí me gustaría escucharlas para evitar que se pierdan en el tiempo. Por favor, cuéntame.”

“No hay mucho que contar, joven trobador. Yo no era quien debía estar en este lugar mañana, puesto que mi padre fue el General que salió con esta guardia para ayudarles en esta campaña. Pero la espada me ha enseñado que el destino de mi padre ahora es mío” contó Ko’Rever. “La familia Ko’ ha sido líder del ejército drakoniano por generaciones, mi padre me ha enseñado como liderar durante toda mi vida. Cuando nos enfrentamos a Dominael fue la primera batalla en la que participé.”
“¿Flamgo es el símbolo de los drakonianos?” preguntó Priadan, refiriéndose a la espada que Ko’Rever tenía en sus manos. “Hace algunos años aprendí de un herrero terrano que creó diez espadas con un mineral llamado lufu. Una de ellas era Flamgo, que fue entregada al primer general drakoniano.”
“Así es, Ko’Grando es uno de mis ancestros y el primero en portar a Flamgo. Se dice que fue él quien le enseñó a la espada lo que la espada nos enseña ahora a nosotros. Mañana, durante la batalla del destino, debo probar si soy digno de portar la espada o esta arderá en mis manos” continuó contando el drakoniano.

Fuerza que siga mi sangre
Destinos compartidos por la espada
Deseosos de probar la valentía
En la batalla que se acercaba.
Un linaje de nobles guerreros
Con sangre hecha para el combate
Sangre fuerte, roja y ardiente
Que desde su gran corazón late.

Priadan se despidió de Ko’Rever y volvió al pasillo para continuar visitando a sus compañeros. Escuchó gritos de ánimo de los drakonianos, invocando el triunfo para la batalla del día siguiente. Pronto sería el día en que el joven general se probaría digno de su puesto.

Cuando Priadan pasó por fuera de la siguiente habitación, escuchó el choque de espadas. “Puedes pasar, joven trovador” escuchó. Cuando ingresó a la habitación, se encontró con Masía y Palor, los gemelos de los erios de fuego.
“Nosotros conocimos nuestro destino hace muchos años, cuando fuimos bendecidos por las diosas Amini y Pimón y nos convertimos en erios de fuego” contó Palor. “Nosotros nacimos como romanos, pero ellas nos permitieron renacer como erios para proteger los pueblos gracias a estas armas especiales que portamos. Mi hermano lleva la lanza de Pira, mientras yo llevo la espada de Tozzla.”
“Todavía está la posibilidad de conocer un nuevo destino mañana” contó Masía. “Si se nos permitió unirnos en esta campaña es porque todavía queda algo de nosotros para lograr. Los dioses son sabios en lo que hacen, pero debemos darnos el tiempo de escucharlos.”

Del fuego renacieron prometidos
Héroes con un corazón de trueno
Confiados en sus habilidades
De valor su espíritu está lleno.
Llevan consigo el legado
Del trabajo duro del herrero
Esperanzas puestas en sus destinos
Decisiones más fuertes que el acero.

Priadan observó las armas de los gemelos. Estaban hechas de oro, y sus filos eran de diamante. “Estas espadas parecen muy especiales, no parecen hechas por terranos” dijo.
“Estas armas fueron hechas por Cóbalos usando la bendición de Pira y Tozzla, a petición de las diosas Amini y Pimón. Tienen un fuerte legado en ellas y es nuestro deber continuarlo” respondió Masía.

Priadan se despidió y continuó su camino. Todavía quedaba visitar a una persona más que lo había acompañado. Al parecer no estaba planeado que él los acompañara, pero el destino los juntó de todas formas. El hechicero conocido como Lance era el último que debía contar su historia a Priadan.

Cuando Priadan llegó a la habitación de Lance, éste tenía su puerta abierta. Invitó al trovador a entrar y le pidió que no cerrase la puerta. “Me gusta tener las puertas abiertas. Rosedia no tiene puertas de entrada o salida, sólo los magos saben cómo entrar por tierra. Cuando llegamos, lo hicimos volando junto a los drakonianos, por eso tal vez no te percataste” dijo.
“Como hechicero tú debes ser descendiente directo de un drakón, así como los drakonianos. ¿Cuál es tu historia? ¿Anton era tu maestro?” preguntó Priadan.
“Hace muchos años, era un joven que apenas comprendía la magia y menos podía controlar la que tenía en su interior. Es cierto que soy descendiente de un drakón, mi padre lo había ocultado. No fue una buena historia cuando lo descubrí, casi lo mato a él y a mi pequeña hermana” contó Lance. “Ella es distinta a los demás hechiceros, ella heredó el don de mi padre de transformarse en la raza que quiera, pero sólo puede ser un drakón o una romana. Después de eso, viajé hasta Rosedia y se me enseñó a manejar mis poderes por el mismo Anton, quien me enseñó la responsabilidad que significaba ser un hijo de drakón.”

Padre en el Manto Infinito
Hijos del Fuego en el cielo
Capaces de enseñar a los hombres
Y de en sus corazones crear miedo.
Descendiente de historias mil
Y de conocimientos cientos
Hechicero dotado de vida
Viviendo un destino incierto.

Lance se puso de pie y caminó hasta una ventana que daba a las montañas. “Mañana es una oportunidad para conocer mi destino, pero mi padre me dijo que conocería mi destino entre una espada y una canción. No comprendo aún lo que eso significa, pero seguiré viviendo mi vida esperando que mi destino me alcance algún día.”

Priadan se despidió. Ya había visitado a todos, excepto por Miles, quien no estaba en su habitación. Era el momento de retirarse a su propia habitación, pero fuera de esta encontró a la Directora Saria. “¿Estás seguro que visitaste a todos?” le preguntó.
Priadan miró atrás a todas las puertas y después volvió a mirar a la directora. “He visitado a todos aquellos a quienes debía visitar. Miles no estaba en su habitación, pero creo que él tiene sus propios asuntos esta noche.”
“Aún queda una puerta por visitar” dijo la directora. “No tengas miedo de entrar, ella está esperándote. Tu deber es conocer la historia de todos ellos y no debes dejarla afuera.” La directora le señaló a Priadan la puerta de la habitación de la Princesa Amiaruen. “Ve, no la hagas esperar más.”

Priadan siguió el consejo de la directora y volvió hasta la habitación de la princesa. Todavía no estaba seguro sobre entrar, pero escuchó a la princesa llorar y entró sin siquiera avisar. “Pensé que no vendrías” dijo la princesa, con los ojos llorosos.
“No estaba seguro si querría verme después de todo lo que ha pasado. Fue usted quien creyó yo la llevaría a su destino, pero por seguirme terminó con el demonio reposando en su interior” dijo Priadan, acercándose.
“Priadan, fue mucho más que mi destino lo que buscaba cuando los seguía a escondidas. Yo nací una noche que Danilea brillaba como nunca lo había hecho, los adivinos que nos visitaron dijeron que yo tenía parte de la diosa en mi interior. Ellos dijeron que ella había bajado para visitar a alguien, que me había elegido para ello. Cuando te vi por primera vez, sentí que una parte de mí quería hablar contigo y conocerte. Creía que esa parte es la diosa Danilea, pero luego descubrí que también era yo.” La princesa se levantó y se acercó más a Priadan. “Mañana iré con las diosas Amini y Pimón. Estoy contenta de llevar el amor conmigo, como parte de mis conocimientos” dijo y besó a Priadan.

Parte destino y parte fe
Entregó su corazón al viento
Comprendió los cariños del alma
Y el amor fue en aumento.
Un alma que descansa contenta
Caminos de lágrimas secas
Una sonrisa en sus labios
Disimulada entre pequeñas muecas.

Después del beso, Priadan se despidió de la princesa. Ella volvió a recostarse, esperando el día que seguía. No volvió a llorar.

Cuando Priadan llegó a su habitación, encontró en la puerta una flecha que fijaba un mensaje. “Te espero en lo más alto, Miles” decía. El trovador no entró en su habitación, sino que caminó hasta las escaleras y subió hasta llegar a la misma azotea desde la cual observó la batalla del día anterior.
“Disculpa que no estuviera en mi habitación, quería estar acá afuera en paz por esta última noche” dijo Miles, que estaba esperando a Priadan. “Mañana cumpliré con mi destino y mi flecha conocerá su objetivo. Pero quiero que veas lo que estoy viendo ahora.” Miles indicó a Priadan el horizonte.

Priadan observó movimiento. Marchaban lento y el sonido de los tambores era todavía suave, pero mientras se acercaban se escuchaban más fuertes. “Yo creo que ninguno de aquellos que visitaste van a dormir esta noche. Ellos llegarán temprano acá, tienen como objetivo servir a un nuevo demonio” contó Miles. “Lo que no saben es que Gmemog no busca reinar sino destruir. Su objetivo es acabar con todo el Nacimiento.”
“Pero los dioses podrán ayudarnos. Ellos tienen la fuerza para detenerlo, deberían tenerla” habló Priadan. “No pueden dejarnos solos.”
“Temo decirte que los dioses no pueden enfrentarse a este demonio. Si alguno de ellos llega a estar en contacto con Gmemog, el Nacimiento correría peligro” respondió Miles. “Pero no te preocupes, no nos han dejado solos. Gracias a ellos tenemos la oportunidad de mañana. Ellos nos han dado las herramientas y han preparado el camino para que nosotros aprendamos como vencerlo. Nuestra parte en esto es aprender y cumplir con nuestro destino.”

Tambores que marcan el paso
De guerreros buscando un objetivo
Reinar sobre la tierra existente
Y sobre todo ser vivo.
Ignoran la verdad de la bestia
Aparecida sólo para la destrucción
Sin sentimientos que formen un alma
Sin perdón que llenen un corazón.

Priadan volvió a su habitación para intentar dormir un par de horas antes que fueran convocados para el Día del Destino. No dejaba de pensar en el beso de la princesa, en los tambores lejanos y en lo que ocurriría el día siguiente. Recordó a sus hermanos terranos y lo que ellos ofrecieron para cumplir su destino. “Ellos confiaron su historia y sus leyendas a mí. Ahora nuevos héroes me entregan su historia” pensaba.

Sólo quedaba esperar al Día del Destino...

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