El Templo del Saber II

La Visita de Priadan

Como había sido encomendado, Priadan salió en busca del Templo del Saber. Los rumores eran muchos, nadie reconocía al Viajero hasta que este ya había dejado el pueblo. Todos saben que donde estaba el Viajero, también lo estaría el Templo.

Siguiendo los rumores, Priadan llegó al pueblo de Ejilia. Todo parecía indicar que fue el último lugar visitado por el Viajero. El joven trovador visitó la posada para encontrar información sobre la visita del Viajero a este pueblo.
Cuando iba entrando en la posada, Priadan chocó con otra persona que iba saliendo. “Disculpa” dijo. La otra persona no respondió, sólo se retiró.
Esa noche, Priadan se quedó en la posada para descansar y pagó por una habitación. Durante la noche, fue despertado por un sujeto que estaba de pie al lado de su cama, era el mismo sujeto con quien chocó entrando a la posada. “Supe que me estás buscando” dijo.
Priadan se puso de pie inmediatamente. “¿Quién eres?” preguntó. El extraño caminó fuera de la habitación, pero desapareció apenas llegó a la puerta. Priadan le siguió y también desapareció mientras salía de la habitación.

Una gran luz no dejaba ver a Priadan. Cuando pudo ver, Priadan notó que ya no estaba en la posada. Era una gran sala y había dos personas frente a él, uno de ellos era el desconocido en su habitación.
“Los dioses parecen tener un gran plan para ti,” dijo el desconocido, “de otra forma no me habrían pedido que te permitiera entrar al Templo del Saber.” El desconocido no dijo más y se fue caminando por una puerta. Priadan quedó solo con el segundo extraño.

“Debes cumplir con la prueba si quieres entrar, incluso los dioses saben eso” dijo el segundo desconocido. “Puedes llamarme el Guardián de la Puerta, seré quien decida si puedes entrar o debes perderte en las Planicies Secretas.” Priadan entendía que se le había permitido la entrada al Templo del Saber. “Dime, joven trovador. ¿Cuál es la diferencia entre fe y destino?”
Priadan pensó por unos minutos la respuesta. El Guardián no se movía, esperaba pacientemente la respuesta. “Mucha gente cree que son distintos, opuestos” respondió. “Yo creo que son lo mismo. El destino puede disfrazarse para permitirle a uno elegir su propio camino. La fe son nuestras elecciones y el destino es el camino que tomamos. No son distintos, son dos partes de la vida.”
El Guardián de la Puerta sonrió. “Puedes pasar, Priadan. Los dioses han elegido bien a su héroe.” Priadan atravesó una puerta que le fue señalada, pero cuando miró hacia atrás, sólo vio una pared. No estaba la entrada ni la habitación donde había conocido al Guardián de la Puerta.

Priadan recorrió un pasillo con estatuas gigantes de criaturas que nunca había visto. “Estas criaturas ya no existen. Ellos ayudaron a construir el Templo y eran los únicos que podían abrirlo. Hasta que el ciclo del conocimiento comenzó” escuchó desde el otro extremo del pasillo. “Me llaman el Coleccionista de Libros y mi deber es enseñarte tu camino y cuidar que cumplas con él.”
El Coleccionista de Libros guió a Priadan hasta una gran habitación con muchas puertas y estantes vacíos. “Tu camino es leer todos los libros que se encuentran dentro del Templo. Sólo cuando lo hayas hecho existirá la posibilidad de salir” dijo el Coleccionista.
Priadan miró los estantes. ¿Cómo podría leer si no había libros? “¿Dónde están los libros que debo leer?” preguntó.
“Están aquí” respondió el Coleccionista. “Se te presentarán a tiempo. Te recomiendo comenzar con ese pequeño de allí” dijo, señalando un pequeño libro detrás de Priadan. “Cuando termines sabrás con cual continuar. Mientras estés dentro del Templo no sentirás sed ni hambre, por eso no debes preocuparte.”

Cuando el Coleccionista se retiró, Priadan comenzó a leer todos los libros que aparecían en los estantes. Cuando terminaba con todos los libros de una habitación, aparecía una puerta que le permitía entrar en una nueva con más libros. Llegó así hasta una habitación en cuyo centro había una estatua de las diosas Danilea del Manto Plateado y Ennovi del Manto Dorado hecha en plata y oro. El lado de Danilea brillaba cuando Priadan tomaba un libro, así que el trovador se sentaba a su lado para leer.
Cada vez que cambiaba de habitación, la estatua volvía a aparecer en la nueva habitación. “Danilea es realmente hermosa” pensó una vez, mirando la estatua. Sin percatarse, el amor hacia la diosa nació en su corazón.

Libros no fue lo único que encontró Priadan dentro del Templo. Entre las habitaciones conoció a algunas personas especiales que también habían sido invitadas dentro del Templo. La primera persona que conoció fue Nhaty, la joven destinada a ser la Voz de los Diez.
“Mis padres dijeron que me encontraron en el centro del bosque. Quise visitar ese lugar, pero llegué aquí” dijo Nhaty. “He aprendido muchas cosas mientras he estado aquí dentro. Mucho sobre el pasado y la historia.”

Otra persona que conoció fue Viketel, quien fue discípulo de Xanther antes que él. “Aprendí a cantar las historias, pero preferí transformarlas. A veces ganan los villanos, ese es el momento en que debemos dejar de ser observadores y convertirnos en héroes” dijo.
“Pero no es nuestro papel interferir en las historias” respondió Priadan. “¿No recuerdas lo que te enseñó nuestro maestro? Nuestro papel es contar, no actuar.”
“Tienes que aprender a escribir tus propias lecciones de vez en cuando, Priadan. Tu destino es tuyo, pero siempre puedes ayudar a cumplir el destino de los demás si lo crees justo.” Viketel se despidió de Priadan, deseándole que alguna vez aprendiera.

La tercera persona que conoció Priadan fue Sorsar, una criatura que nunca había visto. “Soy un Alado, nací para ayudar a Danilea a encontrar su camino. Cuando quise volver a mi origen, llegué a este lugar. Ahora debo lograr salir para encontrar mi propio destino” dijo.
Los Alados son seres creados por Viento que tienen una corta vida. Ellos sólo nacen para cumplir un objetivo específico y vuelven a su creador una vez lo logran. Sorsar había sido atrapado por el Templo y ya no tenía forma de volver.

Llegó un día que Priadan terminó de leer todos los libros del Templo del Saber, y este le llevó a una habitación distinta a las demás. No había más que una puerta y una mesa. No había estantes ni libros. “Ya has terminado de leer” dijo una persona que apareció a espaldas de Priadan. “Es momento para una nueva prueba. Si logras pasar, el Templo te dejará ir.”

El desconocido llevó a Priadan hasta la mesa, que tenía dos pergaminos. “Soy el Maestro del Saber, quien cuida la salida del Templo del Saber” dijo. “Sobre esta mesa está todo lo que necesitas para escribir tu historia. El Templo necesita tu conocimiento. Nunca antes el Templo había entregado dos pergaminos a una misma persona, pero parece que tú tienes dos grandes historias que contarle.”

Priadan comenzó a escribir su historia. Escribió sobre los terranos, sus leyendas y sus héroes. Escribió sobre el Gadeth, aquella profecía de la gran hazaña que tendrían que lograr los terranos. Escribió sobre las gárgolas, sus aliados en esta importante batalla. Tituló el primer pergamino como La Gran Hazaña de los Terranos, un cuento alabando el heroísmo de los que llamó sus hermanos.
Escribió en el segundo pergamino sobre el Reino de Gwydion y el viaje que vivió junto a un grupo de héroes que buscaban cumplir con sus destinos. Escribió sobre Miles Thorn, último príncipe de un reino olvidado. Escribió sobre Nienna y Amiaruen, las princesas erias que dieron su vida para lograr el objetivo del viaje. Y escribió sobre Gmemog, un demonio nacido para destruirlo todo. Cuando terminó, tituló el pergamino como El Poema de los Héroes.

“Muchas gracias, Priadan. Este conocimiento llegará a Gaia y ella sabrá qué hacer con él” dijo el Maestro del Saber. “Intenta abrir la puerta. No te preocupes por cuándo o dónde el Templo te dejará. Él es sabio y sabe lo que hace. Acá dentro no existe el tiempo ni el espacio.”
Priadan se acercó a la puerta y la empujó. “¿Qué habrá para mí allá afuera ahora? He cumplido muchas cosas y mi camino parece terminar con esta misión.”
“No, joven trovador. Tu camino está lejos de terminar, te lo aseguro. Cuando salgas, se romperá tu reloj en la casa del Arenero. No envejecerás ni morirás, has ganado lo que se llama inmortalidad” respondió el Maestro.

Priadan salió sólo unos años después de entrar. Con energía renovada y un amor en su corazón, cumplió con su destino. Recorrió el mundo contando la historia de los terranos y del príncipe Miles de Gwydion. Tuvo muchas aventuras, pero esas son otras historias.

Derechos de Autor

Los textos escritos en esta página web son propiedad de Gerardo Toledo, quien escribe bajo el pseudónimo Priadan Herosong. Agradezco su comprensión sobre la prohibición de la copia de los textos sin previa autorización del autor.

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