Poema de los Héroes I

Parte I - De Las Aventuras

Priadan estuvo mucho tiempo en el reino de Alhara. La capital era muy visitada por gente de todos los reinos y de todas las razas. Así, cantó sobre los terranos y sobre las gárgolas. Cantó sobre los héroes que defendieron la vida contra una criatura que existía para terminarla.
Llegó la oportunidad que Priadan fue invitado al palacio del rey de Alhara, Vincent Lozra. El motivo de la invitación era celebrar la visita de un importante mago llamado Anton Duoluz que estaba visitando el reino. Priadan debía contar sus historias durante la celebración.

Cuando llegó el momento, Priadan contó sobre el Gadeth. Sobre los héroes y guerreros que dieron su vida. Sobre el valeroso sacrificio para defender la vida.
Después de la historia, Priadan fue invitado a conversar con Anton. “¿Has escuchado sobre Gwydion?” preguntó Anton. Priadan respondió negativamente. “Quizás debas aprender sobre aquel reino antiguo. Te ayudará a entender más sobre lo que contaste esta noche. Yo sigo mi viaje mañana, debo llegar a un lugar antes de una fecha determinada. Si quieres acompañarme, puedo enseñarte todo lo que sé sobre un lugar que ahora sólo se conoce como leyenda.”
Priadan siempre fue curioso. Quería aprender sobre este lugar. ¿Cuál era la conexión con los terranos? Al día siguiente, partieron en un viaje cuyo destino sólo era conocido para el mago.

Comienza así el viaje
Que relata nuestra historia
De valentía mostrada por héroes
Obrando sin desear la gloria.
Sus esperanzas eternas
Despiertas para lograr
Con esfuerzo del corazón
Un triunfo en la adversidad.

“¿Te parece solitario el viaje?” preguntó el mago, que no había pronunciado palabra durante lo que llevaba el viaje. “Pronto se nos unirá otro viajero. Seremos varios los que llegarán hasta el destino al cual nos dirigimos, todos ellos te contarán su historia.”

Apenas y entraron en el bosque, una flecha cayó frente a ellos, enterrándose en el suelo. “Sabes que la próxima no fallará en su destino. Detente ahora.”
“También sé que esta primera no falló en su destino, Miles” respondió Anton. “Vengo acompañado de quien será nuestro testigo, muestra cortesía como el noble que eres y ven con nosotros. El día ya se acerca.”
Desde los árboles, salió un joven vestido como cazador que se subió en la carreta. Priadan le observó completo. Una espada en su cinto y un arco con flechas en su espalda, ciertamente debía ser un cazador. “Ya no soy un noble. Debes dejar de llamarme así” hablo el nuevo viajero. “Mi reino ya no existe y mi gente desapareció.”

Joven príncipe de tiempos lejanos
Convertido en rey por un villano
Sin gente ni tierras o riquezas
En una coronación al parecer en vano.
Sólo quedan brasas de nobleza
Sin un techo que le proteja
Parece un viajero sin esperanza
De un destino que se aleja.

Llevaban varios días de viaje. Ya no estaban en el reino de Alhara. Los tres viajeros silenciosos sólo eran interrumpidos por las preguntas que ocasionalmente realizaba Priadan al príncipe.
¿Quién era Miles? ¿Qué conexión tenía con Anton? ¿Qué relación tenía con el antiguo reino de Gwydion? Todo esto y más le interesaba saber a Priadan, pero las respuestas que recibía eran esquivas e incompletas. “Paciencia, joven trovador. Llegará el momento en que podrás entender todo lo que va a pasar” le dijo Anton.

Mientras cruzaban el bosque, escucharon unos gritos. Miles saltó de la carreta y corrió entre los árboles. Priadan le siguió. Cuando llegaron a unos grandes arbustos, Miles se detuvo y le señaló a Priadan que no hiciera ruido. “Es una eria. Ve por ese lado y desátala mientras yo me encargo de sus captores” murmuró Miles mientras veía a través de los arbustos.

Sigiloso logre avanzar
Sin que mi presencia se delatara
Corté con mi cuchillo las cuerdas
Y le ayudé a que escapara.
Avanzamos sin mirar atrás
Hasta que se escuchó el disparo
Ninguno quedó en pie
Con todos había acabado.

La joven eria habló con Anton, que luego la presentó como la Princesa Nienna, de los Erios del Verde. “Los atacantes sorprendieron a su guardián, ahora ella viajará con nosotros” dijo. “Nos debíamos encontrar en Fasketel, pero el destino ha querido que nuestra reunión se adelantase. Ahora nos dirigimos en dirección a esa ciudad, quedan 3 días de viaje.”

Durante el viaje a Fasketel ocurrió un evento que hizo que Priadan tuviera grandes preguntas sobre el destino al cual se dirigían. Los caballos que llevaban la carreta parecían intranquilos, sentían algo de lo que sólo Miles se percato. “Algo se acerca” dijo. “Prepárense para defender a la princesa.”
Criaturas parecidas a los gromos, pero más pequeños y de pelaje negro salieron de entre los árboles. Cuando notaron la carreta, comenzaron a atacarlos. Miles era excelente con el arco, pero Priadan seguía preguntándose cómo era que cada vez que una flecha salía, cinco o seis de estas criaturas caían.
“Se me acabaron las flechas” dijo Miles y saltó de la carreta. Ahora utilizaba su espada de forma majestuosa. Cada criatura que se le acercaba terminaba atravesada por la espada de Miles. Hasta que se escuchó un rugido y las criaturas huyeron.

“Algo viene, y es peor que estas criaturas” dijo Anton. “Vuelve a la carreta. Debemos irnos de aquí cuanto antes.” Pero Miles no alcanzó a llegar cuando una gigante criatura de roca se nos acercó.
El príncipe intentó atacarle, pero no dañaba el cuerpo de roca de la criatura, que con un golpe de su brazo lanzó al guerrero contra los árboles. Los caballos de la carreta estaban paralizados, no querían obedecer a Anton. Nienna, que estuvo todo el tiempo oculta bajo una manta, fue botada de la carreta cuando el gigante la golpeó. Nienna miró al gigante frente a frente, estaba paralizada. El gigante la tomó con su mano y la levantó, apretándola.

Protegido gracias al príncipe
Logré atestiguar
Como el aire, agua y tierra
Se podían quemar.
Sola en el medio del camino
Con su cuerpo tendido
Estaba la princesa
Luego de lo acontecido.

“¿Cómo puede un ser tan delicado provocar tal destrucción?” preguntó Priadan a Miles, pero él no respondió. “Ella acabó con la vida de todo este sector del bosque. Nada podrá crecer en estas tierras por mucho tiempo.”
Anton apareció repentinamente, como si de alguna forma hubiese escapado lejos del fuego en unos segundos. “Es hora de continuar nuestro viaje, Priadan” dijo. “Tendrás tus respuestas a su debido tiempo.”

Cuando Miles fue a tomar a la princesa, esta despertó. Sus ojos brillaban, y sus lágrimas llegaron al suelo. Desde las lágrimas de Nienna se levantó la figura de un ciervo, que comenzó a correr por todo el bosque quemado. Con cada paso que daba, volvía a aparecer el pasto y las flores. Mientras corría, el viento dejó de tener un aroma a fuego. Grandes árboles crecieron en cuestión de segundos. Después el ciervo desapareció.
“Ella es la clave para todo lo que estamos haciendo, Priadan” dijo Miles. “Pronto entenderás todo.” El príncipe tomó a la princesa que nuevamente había caído inconsciente y la subió a la carreta.

“¿Qué buscamos en Fasketel?” preguntó Priadan cuando ya estaban llegando a la ciudad. Miles le señaló que irían a buscar a un amigo en el cementerio de esa ciudad. “¿En el cementerio?” preguntó nuevamente. Miles le dijo que le acompañara.
“En el cementerio de la ciudad de Fasketel están las tumbas que recuerdan a mis padres, pero no hay cuerpos. Nada quedó del ataque a mi reino” dijo Miles. “Un muy buen amigo ha estado cuidando de estas tumbas todo este tiempo, a la espera de este día. Ahora él también viajará con nosotros.”

Priadan caminó junto a Miles por el cementerio mientras Anton esperaba junto a la princesa en la catedral de Fasketel. El trovador notó los distintos diseños para los mausoleos, reconociendo la mano de obra terrana en muchos de ellos. Hasta que Miles se detuvo frente a un gran mausoleo en cuya entrada estaba una gran estatua.

Dos grandes cuernos en la frente
Dos grandes alas en la espalda
Dos grandes puños
Con grandes garras.
Después de un gran descanso
El momento había llegado
Con la palabra del príncipe
El guardián había despertado.

“Kúfur-ed-Erú” dijo el príncipe. La estatua comenzó a moverse y rugió. “Él es mi amigo, Priadan. Kúfur fue mi guardián cuando era un pequeño. Ha decidido esperar dormido en este lugar hasta la fecha en que los destinos debían ser cumplidos nuevamente.”
Priadan observó a Kúfur. Durante la gran batalla de los terranos tuvo la oportunidad de ver muchas gárgolas, pero nunca una tan atemorizante como ahora. “Tú debes ser el elegido para ser testigo” dijo la gárgola. “Es un gusto conocerte, joven.”

Después volvieron con Anton y la princesa Nienna. “Saldremos de inmediato de Fasketel. Iremos en dirección a Melissa antes de irnos a Rosedia” dijo el mago. “En el camino se nos unirá otro viajero, Priadan.”
Llevaban siete días de viaje cuando un caballero con armadura roja y una máscara que prevenía que se le viera el rostro apareció a mitad del camino, montado en un caballo negro. “Sir Viktor, es un gusto encontrarle sin dificultad. Pronto llegará el momento de cumplir nuestros destinos y sería un gusto que se nos uniera” dijo Anton al caballero.
“Perdí esperanzas por mi destino hace muchos años, Anton” respondió el caballero. “Si mi lanza debe conocer el suyo, que así sea.” Dijo y viajó con nosotros camino a Melissa.
“Priadan es un trovador” dijo Anton durante el viaje. “Quizás quieras contarle tu historia para que no sea olvidada. Grandes héroes como tú no deben ser quitados de la memoria de este mundo. En algún momento Gaia puede requerir saber sobre ti.” Sir Viktor asintió.

General de un gran ejército
De un poderoso Rey Demonio
Quizás el más grande
Del que haya testimonio.
Hizo lo que nunca creyó
Traicionó a su señor
Porque en una mujer
Encontró el amor.

Sir Viktor contó así su historia a Priadan, pero no relató la historia que lo hizo traicionar a su rey. “Lo que conocí esa noche causó que decidiera cambiar mi destino, pero nunca pensé que seguiría sólo en ello” dijo. Guardó silencio el resto del viaje.

Cuando iban saliendo del bosque, escucharon unos gritos que les llamaron la atención. Miles, Kúfur y Sir Viktor se adelantaron con sus armas en mano. Cuando llegaron al borde del bosque, notaron a un joven rodeado de gromos.
“No se acerquen” dijo el joven. Las manos del joven comenzaron a brillar y lo que parecía ser un relámpago salió de ellos, atacando a los gromos. “No es tan difícil una vez te acostumbras a ellos.”
Miles se acercó al joven. “Es increíble ver un joven de tu edad atacando estas criaturas como si fuera nada. Dime quien eres, joven hechicero.”
“Mi nombre es Lance, Lance Spellier. Vengo de Rosedia, la Gran Torre Mágica” respondió el joven. Cuando vio a Anton llegar, agachó la mirada. “Maestro” dijo.
“Joven Lance, has dejado la Gran Torre Mágica. ¿Qué te ha llevado a viajar?” preguntó el mago. “¿Quién te está reemplazando?”
“Sentí que mi tiempo en ese lugar se había acabado, debía continuar viajando. No soy bueno enseñando a otros a defenderse con magia, no tan bueno como usted” respondió el mago. “La maestra Saria dijo que me reemplazaría.”

Anton conversó con Lance en privado después de esto. Terminada su conversación, nos lo presentó como un nuevo compañero de viaje. “Él nos acompañará. Será de mucha ayuda en lo que queremos hacer” dijo Anton.

Los pueblos que visita
Lo conocen como el Cazador
Entre criaturas y bestias
Ese nombre causa temor.
Hijo de un gran Drakón
Nació el temido hechicero
Con los poderes de la naturaleza
Y los deseos del viajero.

Llegaron pronto a Melissa, capital del reino de los Erios de la Tierra. Priadan quedó asombrado al ver las construcciones hechas de tierra. “Todos estos edificios fueron levantados por magia. No importa cuánto lo intentes, nunca harás que la tierra se deshaga” contó Miles. “Ahora debemos visitar a la Reina Nadivissa, ella tiene algo que necesitamos para continuar.”

Mientras avanzaban camino al castillo de la reina, una eria montada en un caballo blanco se les acercó. “Bienvenidos a Melissa, viajeros” dijo. “La reina los está esperando. Yo los escoltaré hasta el castillo.”
Anton la miró y sonrió. La eria parecía un poco curiosa sobre el grupo, los miró a todos. Cuando vio a Priadan con su citar, se le acercó. Priadan notó como ella lo miraba fijamente y sonrojó.
Cuando llegaron al castillo, fueron recibidos por los guardias. La eria que los había acompañado se separó del grupo. Luego fueron llevados al Gran Salón para ser recibidos por la Reina Nadivissa.

Sonaron trompetas y un erio anunció la entrada de la Reina Nadivissa, acompañada de la princesa Amiaruen. Priadan quedó sorprendido al ver que la princesa anunciada era la misma eria que los había acompañado durante el camino a castillo. Ella lo miró y sonrió nuevamente.

Un gran vestido blanco
Una corona hecha de plata
Una presencia cálida
Como la mejor de las fogatas.
La Reina Nadivissa sonreía
Por la reacción del trovador
Con la mirada de su hija
Su rostro cambió de color.

La reina nos recibió con gusto en su castillo. “Esta noche les haremos una recepción, por ahora serán llevados a sus habitaciones. Descansen que el viaje ha sido largo” dijo. Todos nos retiramos, excepto Miles que fue solicitado por la reina.

Esa noche se realizó una gran recepción en honor a los viajeros. Todos estaban reunidos en el Gran Salón y había música que tocaba un grupo de erios. “Durante estos pequeños momentos debes olvidarte sobre todo lo que puede pasar. No debes ignorar estos momentos pues puede que sean los últimos que llegues a ver” dijo Miles.
Durante la recepción, Anton presentó a Priadan a muchas personas importantes. Conoció entre ellos a los gemelos Masía y Palor, de los Erios del Fuego. “Ellos nacieron humanos pero el destino quería que fueran erios” contó Anton. “Fue una gran hazaña que realizaron que los llevó a convertirse en erios del fuego. El destino prepara las cosas, pero es uno mismo quien tiene que decidirse a realizarlas.”
Miles y Kúfur presentaron a Priadan al Comandante Ko’Krarian, del ejército drakoniano. “Ellos nos acompañarán hasta Rosedia, Priadan. El Comandante es un antiguo amigo de mi familia y compañero de entrenamiento de Kúfur” dijo Miles.

Raza de grandes guerreros
Bautizados por el cielo
Descendientes de grandes
Que nacieron de Fuego.
El destino tenía preparado
Una fiera batalla
Para probar que era digno
De portar sus medallas.

Tres nuevos guerreros se habían unido al grupo, lo que llevó a Priadan a tener más preguntas que no podía responder todavía. Pero no era momento de preocuparse de eso, pensó. La fiesta continuaba y la princesa lo invitaba a bailar.

Al día siguiente, el grupo se preparaba para continuar con su viaje...

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